Miles de personas se han reunido en las Filipinas para atestiguar a fieles que son clavados en cruces en festividades del Viernes Santo que recrean la pasión de Cristo.
Los ritos anuales continúan a pesar de que los líderes de la Iglesia Católica Romana intentan disuadir a los creyentes de realizar esta práctica.
Nueve hombres fueron crucificados durante unos minutos en el poblado de San Pedro Cutud en la provincia de Pampanga, mientras que al menos otros ocho fueron crucificados en pueblos cercanos.
Muchos participan para expiar sus pecados, rezar por los enfermos, por una mejor vida o en agradecimiento por lo que ellos consideran milagros.
La crucifixión del viernes fue la 26ª para Rubén Enaje, un pintor de señales de 51 años. El empezó su ritual anual luego de sufrir una caída de un edificio.
El espectáculo es una mezcla única de catolicismo que combina tradiciones de la iglesia y supersticiones del folclore filipino.
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